La Religión Judía


VIERNES 17 DE MAYO DE 2013

 ¿QUÉ ES LA ACTITUD DERÁSICA?
Dice Antonio Rodríguez Carmona, en su libro La religión judía, que  ya en la época de David “la actitud derásica había alcanzado un notable desarrollo”.
El verbo “daras” significa “buscar”. Por esto la actitud derásica está relacionada con el verbo buscar. Líneas más abajo el mismo autor da la siguiente definición: “Tendencia a verlo todo a la luz de la palabra de Dios”, o dicho de otro modo, actualización de la Palabra para que pueda seguir iluminando nuestra vida.  Esta actitud es el objetivo principal a alcanzar en nuestras vidas. No hemos de considerar la Palabra-Revelación como una pieza de museo, sino como una realidad viviente. “Lo que se dijo antes, vale también para ahora”. E igual que los israelitas en época del rey David, fueron fieles a la tradición, pero con una fidelidad creadora, nosotros hemos de ser fieles a la Tradición, conociéndola en primer lugar, y después con una mentalidad crítica y positiva, estar abiertos al cambio de lo que haya que cambiar. “Esta actitud obliga a repensar constantemente la palabra dada, a releerla y a actualizarla a la luz de los nuevos acontecimientos y problemas, profundizando su sentido y explicitando nuevos matices”.
Primero releer la Palabra dada, la Biblia. ¿Cuántas personas que se llaman cristianos no la han leído ninguna vez? Se conforman con escuchar las lecturas y el Evangelio de las misas. ¿Nos paramos a releer la Biblia?
En segundo lugar, actualizarla. Textos que se escribieron  hace más de dos mil años, necesitan obligatoriamente de una actualización en nuestras vidas. Es más, todos estudiamos que había diferentes fuentes en la formación del Pentateuco (yahvista (J), elohista (E), deuteronómica (D) y sacerdotal (P), y aunque hoy día numerosos estudiosos de la Biblia ponen en cuestión estas fuentes, lo que es evidente, tras una lectura detenida del A.T. es que el pueblo judío hizo varias relecturas de la tradición fundante, acomodándolas a los problemas de nuevas épocas y situaciones para iluminarlos. Por ejemplo durante el período persa (538 a. C- 333 a. C.), una vez vuelta una parte del pueblo de Israel del destierro Babilónico, se empieza a poner por escrito la Ley, pasándose a partir de este momento a denominarse la religión judía, religión del libro. Esta actividad fue comenzada durante el destierro. Y como asegura el profesor Rodríguez Carmona: “El hecho de escribir era positivo desde el punto de vista de la conservación de la tradición, ya que de esta forma se conservaba mejor que en el anterior estado oral, pero con ello aparecía un peligro, y era el de convertir la Torá en un texto intocable, texto sagrado que se iba petrificando, ajeno a la historia y sus problemas, apartado de la vida para la que había nacido…. Siempre que existe un texto sagrado, el nomismo es una amenaza constante, tanto para el judaísmo como para el cristianismo”.
¿Qué se entiende por “nomismo”? Diego Gracia en su artículo titulado “Religión y ética”, dentro del libro Bioética y religiones: El final de la vida, edición de Javier Gafo, de la Universidad Pontificia de Comillas, nos informa que el nomismo, del griego nomos, ley o legalismo,  es aquella manera de entender las relaciones de la religión con la ética normativa que acaba reduciendo la religión a ética y convirtiendo ésta en un conjunto de preceptos religiosos, que, por tanto, se afirman de modo dogmático. Para este autor, es una de las grandes tentaciones de todo sistema religioso.
Esto me hace traer a la memoria la cita de San Pablo, en su carta a los Romanos 7, 6: “Pero ahora, al morir a la ley, a la cual estábamos sujetos, hemos quedado libres para servir a Dios, no conforme a la letra de la vieja ley, sino conforme a la nueva vida del Espíritu”.

Volviendo al tema de hoy, la actitud derásica, quisiera terminar señalando  que durante la época helenista-romana (333 a. C.- 70 dp. C) se desarrolla extraodinariamente la reflexión derásica. El judaísmo dispone ya de un rico corpus escrito de la Torá, compuesto fundamentalmente por el Pentateuco y los profetas. Sigue siendo consciente de que la Torá, incluso escrita, es para la vida  y, por ello, mantiene una doble actitud ante la Escritura: por una parte, la venera como testigo de las obras salvadoras y voluntad de Dios que se les ha manifestado; por otra, profundiza en ella para actualizarla y poder aplicarla a cada situación concreta.
El derás de tipo moral y jurídico se llama halaká, ya que su finalidad es ayudar a caminar (del hebreo “halak”: caminar). Al derás relacionado con la doctrina y la edificación se le llama hagadá, relato, pues la teología es el relato de las acciones de Dios a favor de su pueblo.
Con el paso del tiempo, esta actitud derásica dará lugar a diversas obras escritas, que estudiaremos más adelante.




LUNES 20 DE MAYO-2013.

CORRIENTES RELIGIOSAS EN ISRAEL DE ÉPOCA HELENISTA-ROMANA.
1)    Asideos

Con el nombre de asideos, forma helenizada de hasidim, se designa un grupo de judíos piadosos, fieles a la tradición religiosa yahvista, que a lo largo de los siglos III y II a. C. se oponen a la helenización paganizante.
Tenemos pocas noticias sobre ellos.

2)    Fariseos

La existencia de este grupo está atestiguada desde la época de Alejandro Janneo (125 a. C- 76 a. C).
 Hay quienes opinan que nacieron como una escisión de los asideos, causada por el nuevo rumbo que toma la guerra de los macabeos contra los seleúcidas ( 167-164 a.C.). En un primer momento de esta guerra, todos los asideos apoyaban la rebelión con el objetivo de la purificación del templo y la reconquista de la libertad religiosa; pero como, una vez conseguidas éstas, hay una fase política en esta guerra, hay un grupo que se separa (posiblemente el significado etimológico de fariseo es separado, del verbo farâs, separar) dejando de apoyar a los macabeos.
·         Gran influencia en el pueblo sencillo.
·         Importancia central de la Torá, expresión de la voluntad de Dios.
·         ESCATOLOGÍA: Habrá resurrección de los muertos, juicio y vida feliz en el mundo futuro o condenación. El hombre es libre para responder a la Torá y, según responda o no, recibirá el premio del paraíso o el castigo de la gehena.
·         Fariseos y Nuevo Testamento: Una lectura crítica de los datos del Evangelio, permite ver que el grupo, por un lado, valora los mandamientos éticos (cf. Mc 12, 28-34), y, por otro, da mucha importancia a ciertas leyes, como la observancia del sábado, los diezmos y las reglas de pureza ritual. Respecto al sábado, mantienen una interpretación rigorista, a la que se opone Jesús, pero no está claro si esta interpretación era exclusiva de ellos o solo eran portavoces de una opinión difundida en los diferentes sectores del judaísmo contemporáneo. Es posible que se trate de los segundo, afirma Rodríguez Carmona.
·         Sammai y Hillel. La tradición rabínica ha conservado el recuerdo de dos grandes fariseos: Sammai y Hillel que crearon escuelas  entre el 10 y el 70 de nuestra era. La escuela de Sammai en una línea muy tradicional  defendía la autoridad y no el razonamiento. Al contrario, la escuela de Hillel resolvía las cuestiones legales por razonamiento y no por autoridad.

3)    Saduceos

Posiblemente derivan su nombre de la familia del sacerdote Sadoq, que David había colocado en el sacerdocio. Sus descendientes dieron origen a varias familias sacerdotales, los sadoquitas, entre las que destacó la de los oníadas.
Cuando los Seleúcidas (descendientes de Alejandro Magno) ofrecieron el sumo sacerdocio a Menelao, que no era sadoquita, y más tarde, cuando se lo ofrecieron a Jonatan, hermano de Judas Macabeo, marginando a los legítimos herederos, los oníadas, el grupo de los sadoquitas se divide. Los oniadas emigraron a Egipto y crearon en Heliópolis un templo propio; otro grupo aceptó la nueva situación, dando lugar al grupo saduceo.
Durante la época de los procuradores romanos los saduceos consiguen el sumo sacerdocio y la presidencia del sanedrín.
Herederos de una  sólida tradición litúrgica y teológica, centrada en la elección y la creación, se muestran conservadores frente a las innovaciones que se van abriendo paso, especialmente entre los fariseos.
Se consideran los legítimos herederos de la fe de Israel, y, por ello, los únicos intérpretes de la Escritura (me recuerdan a alguien….), negando a los fariseos - ¡laicos¡- (¡como no¡) el derecho de interpretarla.
Con la primera rebelión contra Roma, sus filas quedaron diezmadas y sus supervivientes se integraron en el rabinismo.

4)    Esenios

Flavio Josefo nos dice que era uno de los grupos más numerosos y el más alabado. También Filón de Alejandría nos presenta a los esenios como los mejores judíos.  Según estos autores, en  el siglo I d. C. habría unos 4000… número que de ningún modo podía situarse en Qumrán, cuyas instalaciones solo tenían capacidad para unas 200 personas.
Filón dice de ellos que evitan las ciudades y habitan en pequeños poblados. Sin embargo la existencia de la puerta de los Esenios, la actual puerta de Sión, en Jerusalén nos indica que hubo una comunidad esenia en esta ciudad.
Respecto a sus creencias, según Flavio Josefo (Bellum 2, 162-165; Antiqu. 18, 13-18) opinan que todo depende del destino y que existe una retribución final: los cuerpos serían la prisión efímera de las almas inmortales que se librarían de estas cadenas con la muerte, después de la cual las almas de los justos gozarán de un premio eterno más allá del Océano, mientras que las de los malvados serán catigadas eternamente.



MARTES 21 DE MAYO DE 2013.

JESÚS DE NAZARET Y LOS CRISTIANOS EN EL SIGLO I d. C.
Siempre he querido saber más de los primeros momentos en que se desarrolló el cristianismo, y hoy el libro de Rodríguez Carmona, me aporta nuevas luces.
Por el testimonio del historiador judío,  Flavio Josefo (Antiqu. 18, 5) y el Nuevo Testamento, sabemos que Juan Bautista actuó como profeta, proclamando junto al rio Jordán un bautismo de conversión como preparación para el inminente juicio de Dios. Es una figura independiente, que dirige su mensaje al pueblo en general. Hay quienes han querido relacionarlo con Qumrán, pero su doctrina y su bautismo son totalmente diferentes a los de este grupo. Juan, el Bautista dio origen a un movimiento de tipo baptista que se propagó algunos decenios, probablemente hasta finales del s. I d. C., como deja entrever la polémica del NT contra los discípulos de Juan (cf. Hch 18, 25;  19, 3; Mc 1, 7-8; Jn 1, 6-8. 15.19-37; 3, 22-30).
Flavio Josefo (Antiqu.18, 3) nos ofrece un testimonio neutral de Jesús de Nazaret, inclinado más bien a la simpatía, aunque no da mayor importancia al hecho de la crucifixión, que en aquel contexto era un castigo frecuente. Su mensaje estaba centrado en la llegada del Reino de Dios, a quien él presentaba como padre de una forma peculiar. El tema del cumplimiento del tiempo para la llegada del Reino era comprensible en este contexto histórico. Jesús, como todo el judaísmo de su tiempo, acepta la Torá como expresión auténtica de la voluntad y las promesas de Dios. Por ello, vincula su mensaje a ella, presentándolo como su cumplimiento. Con relación al Reino de Dios, se habla de él en textos de la Torá y los profetas de diverso tipo, pero el tema se desarrolló de una forma peculiar en el apocalipticismo, a partir de las de las persecuciones de los seleucidas y las dificultades que le siguieron. Todo ello produjo un avivarse la expectación del tiempo final, en que Dios pondrá fin a los los imperios opresores y comenzará a reinar. Pero Jesús radicaliza y modifica esta expectación. El mal, al que pondrá término el Reino de Dios, no es simplemente una realidad externa personificada en los imperios mundanos que oprimen a Israel. Esto es solo una manifestación del mal.  El mal radical es el pecado universal que anida en el corazón de todos los hombres.
Por ello, la llegada del Reino de Dios implica una oferta de perdón a todos los hombres: Convertíos.
El Dios que predica Jesús es amor y la acogida de su obra se ha de manifestar en una nueva sociedad fraternal. Esto contrasta con lo que aparece en algunos apocalipsis de la época, en que se presenta la llegada del Reino como una catástrofe cósmica en la que tendrá lugar un juicio-castigo de todos los impíos, mientras que los piadosos recibirán los premios de Dios y contemplarán con gozo la destrucción de los impíos.
Esto explica las dificultades que encontró Jesús entre sus oyentes: hablaba de comienzo del Reino de Dios y, en lugar de destruir pecadores, comía con ellos y los perdonaba; tampoco aparecían las catástrofes cósmicas.
Jesús actuó con la conciencia de una misión especial recibida de Dios, a quien llamaba “abbá” y al que se sentía unido de forma estrecha y única. No se llama a sí mismo Mesías y critica que se le llame hijo de David, por el carácter ambiguo del título. Sí utiliza la expresión “hijo del hombre” que tenía varios significados:
a)    Se usa como paráfrasis del pronombre de primera persona, refiriéndose a una persona concreta.
b)    En Dan 7 se aplica a un personaje individual que representa una colectividad, siendo la personificación del pueblo de Dios.
c)    En otros escritos (1 Hen 37, 71; 4 Esd) aparece con connotaciones mesiánicas.


Sus seguidores y acompañantes, que le permanecieron fieles hasta el final, no se dieron cuenta, en un principio, de la novedad de su persona y mensaje, que interpretaban a la luz de las ideas del momento como “un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo” (Lc 24, 19-24). Pero, después de su muerte, creen que Dios lo ha resucitado. Esta fe, era totalmente coherente con la fe israelita en Dios creador y redentor, que salva al tercer día a los enviados del peligro y de la muerte (cf. Targum y Resurrección , del mismo autor).
A la luz de esta experiencia de fe, sus discípulos reinterpretan sus recuerdos y reconocen a Jesús como enviado de Dios, Mesías e Hijo de Dios, dando lugar al grupo de los nazarenos o cristianos.
Como judíos, creyentes en la Escritura, hacen una relectura derásica de ella. Se trata de una relectura escatológica similar a la que, por las mismas fechas, hacen los moradores de Qumrán en función de su grupo y del Maestro de Justicia.
El cristianismo aparece así como un fenómeno religioso interjudío. Realmente la obra de Jesús no se comprende fuera de las coordenadas históricas culturales de esta época. Por esto creo tan importante para todos los que nos llamamos cristianos, conocer todo lo que esté en nuestras manos sobre la Historia y Religión judía.  Buena muestra de ello es el magnífico libro  de Antonio Rodríguez Carmona que estoy “exprimiendo”,  LA RELIGIÓN JUDIA. Historia y Teología. BAC 2001.



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